Hoy quiero compartir contigo una reflexión a raíz de salir a caminar el sábado. Durante un paseo por una zona de mar y montaña (¡esa combinación que siempre me da paz!), me envolvió un aroma inconfundible: pinos y romero. No pude evitar detenerme y pensar en lo maravillosa que es esta planta tan característica del Mediterráneo.
El romero es una excelente opción para nuestro botiquín esencial, aunque no lo añadiré esta vez porque tiene una característica muy especial (como otros aceites como el tomillo por ejemplo) es un aceite que siempre debe estar quimiotipificado.
¿Qué significa esto?
Dependiendo de factores como el lugar de cultivo, la luz, el agua o la altitud... el romero puede desarrollar tres quimiotipos distintos, cada uno con composiciones químicas, aromas y propiedades diferentes, pero lo más importante, con precauciones distintas:
Romero cineol (Salvia rosmarinus qt 1.8 cineol)
Ideal para infecciones respiratorias con congestión mucosa (sinusitis, catarro bronquial, congestión pulmonar).
Normalmente bien tolerado.
Romero alcanfor (Salvia rosmarinus qt alcanfor)
Perfecto para calambres, artrosis, contracturas musculares y reumatismo.
Precauciones:
No usar durante el embarazo, en bebés o niños menores de 6 años, ni en casos de epilepsia. Es neurotóxico por vía oral.
Romero verbenona (Salvia rosmarinus qt verbenona):
Ideal para descongestionar hígado, páncreas y vesícula biliar. También regenera células hepáticas y es cicatrizante.
Precauciones:
No usar en periodos prolongados, contraindicado en enfermedades cancerosas, embarazo y lactancia.