¿Por qué me enamoré de los aceites esenciales? Sorpresa al instante
Me enamoré de los Aceites esenciales hace casi 28 años, fue la sorpresa de un instante.
En el año 97-98 salió a la venta en los quioscos una revista por fascículos que trataba sobre aromaterapia, en la que cada mes regalaban un aceite esencial… En el primer número: La lavanda.
Recuerdo como desembale el plástico que recubría la revista y como miré ese frasco entre mis manos como si estuviera a punto de ser consciente de un gran descubrimiento que me cambiaría la vida. Olí ese aceite con una inspiración profunda y sonreí, fue mágico, a pesar de ser de una calidad cuestionable ya que estaba mezclado con aceite vegetal.
Poco después inicié una formación de fangoterapía, donde la profesora utilizaba los aceites con la arcilla en sus tratamientos, fue el segundo contacto con la aromaterapia, esta vez, de buena calidad. Mi curiosidad iba a aumentando, un frasco tan pequeño y tanto que ofrecer.
Empezaron a formar parte de mi vida, en casa, la lavanda para relajarme, para Víctor, mi primer hijo que nació poco después y era muy nervioso. El limón en el coche para que no se mareara. El romero y tomillo si me salía algún granito. La gaulteria para el dolor… y poco a poco fui construyendo una cajita de aceites que utilizaba con más intuición que conocimiento. Leía sobre ello, buscaba información, me compré libros… Pero no fue hasta tener mi herbolario cuando decidí aprender y entrar de lleno en los aceites.
Los comerciales de distintas casas de aromaterapia me ofrecían su marca para que la vendiera en la tienda y mi pregunta siempre era: ¿Me enseñareis a utilizarlos?
A lo que obtenía siempre una negativa: No, no enseñamos, para aprender has de hacer un curso tu por tu cuenta. Siempre sentí que para poder venderlo tenia que tener más conocimiento del que tenía en ese momento, así que no tenía aceites esenciales en mi tienda.
Un día llegó una comercial de una marca pequeña, pero de buena calidad, que me dijo que si, que su jefe me formaría. Ese día fue el inicio real de la aromaterapia para mi, de la entrada de los aceites en mi tienda y el origen de lo que sería la escuela “aromaterapia para ti” (hoy Amaris Natural).
Me había pasado muchos años trabajando en consulta realizando equilibrio emocional con cromoterapia y flores de Bach, teníamos buenos resultados, pero necesitábamos tiempo para ello.
Un día, en un curso de Reiki, me pidieron que diera una charla sobre chakras. En mitad de la charla pedí una voluntaria para mostrar el giro de los chakras. Sin saber bien como le pedí permiso para probar algo y utilicé la lavanda (de nuevo la lavanda) en un punto determinado, en décimas de segundo se produjo una rotura y liberación emocional repentina, liberadora y muy sanadora. Fue el nacimiento del TAE, el inicio de la Técnica de Alineación Emocional.
Desde ese día, ya no eran solo un producto para vender en la tienda, si no, que se convirtieron en el eje central de mis terapias.
Los aceites son el vehículo que da voz a las emociones dormidas en el cuerpo y que no siempre podemos expresar, son los transmutadores de esa energía que se estanca, se encapsula, que nos daña con el tiempo y que liberarla nos ayuda a sanar.
Oler un aceite esencial puede cambiarnos el estado de ánimo en segundos:
- La bergamota es luz en la oscuridad y nos aporta alegría
- El laurel nos da valentía para sentir que lograremos nuestro objetivo a pesar del miedo
- La lavanda nos mece el alma y nos ayuda a ser conscientes de nuestras necesidades
- El Cedro del atlas nos da coraje para enfrentar nuestro camino
- El incienso sana las heridas de nuestra alma
- La albahaca da palabras a nuestros silencios y nos ayuda a expresar
Y así podría ir mencionando uno a uno y con cada uno de ellos tantas historias de todos esos pacientes que un día se tumbaron a liberar sus emociones con el TAE.
Me enamoré de los aceites el primer día con ese fascículo del quiosco, han pasado 24 años y ese enamoramiento aumenta porque ellos han logrado que cada día me sorprenda y descubra algo nuevo.
Si tienes un día gris, un día triste, siéntate cómodamente, pon dos gotas de bergamota en un pañuelo, ponlo entre tus manos y pon tus manos en tu cara como si de una mascarilla se tratará e inspira profundamente. Deja que la esencia haga el resto para sonreír, porque no olvides que “huele a Feliz”.