Microbiota y Par Esencial
Cada uno de nosotros somos diferentes y estamos acompañados por nuestra propia microbiota, ese conjunto de microorganismos que nos identifica y nos hace únicos.
Por todo nuestro cuerpo, tanto sobre nuestra piel y mucosas, como internamente, en nuestros sistemas respiratorio, urinario y digestivo; convivimos principalmente con bacterias, aunque también están presentes otros microorganismos como protozoos, hongos y levaduras e incluso virus que permanecen en perfecto equilibrio.
Cuando nacemos, recibimos la herencia de microorganismos de nuestra madre a través del canal del parto principalmente; a partir de ahí, durante los primeros años de vida vamos aumentando el número y adoptando otras especies bacterianas beneficiosas para nuestro desarrollo y protección.
Así formamos nuestra barrera protectora tanto externa como internamente frente a agentes patógenos, la cual forma una parte muy importante de nuestro sistema inmunológico. Están con nosotros y con nuestra salud. Sin ellos, ni la vida sería posible ni la salud tampoco.
Nuestra microbiota intestinal, juega un papel muy importante en diversos procesos, sin los cuales no podríamos sobrevivir:
Interviene en la digestión y absorción de nutrientes y minerales como el Calcio, Magnesio, Hierro y Sodio.
Sintetiza elementos esenciales como aminoácidos, ácidos grasos y vitaminas(A, B, K).
Mantiene la estructura y correcta permeabilidad de la capa de mucus que tapiza la pared intestinal, donde se alojan las bacterias buenas y sus nutrientes, los probióticos y prebióticos respectivamente.
Forma parte de nuestro sistema inmunológico, defendiéndonos contra microorganismos patógenos.
Modula nuestras emociones y estado de ánimo, ya que algunas de nuestras bacterias tienen la capacidad de sintetizar aminoácidos, hormonas y neurotransmisores. Por ejemplo, algunas bacterias producen triptófano que es clave para el sistema nervioso central y la serotonina conocida como la hormona de la felicidad.
Si nuestra microbiota se ve alterada, el funcionamiento del sistema inmunitario está mermado y factores externos, como pudiera ser el estrés o una infección por algún microbio; pueden generar desequilibrios y cambios en nuestro medio interno, apareciendo las disfunciones y enfermedades.
La infección por agentes patógenos, cuyo crecimiento y metabolismo producen toxinas; provocan inflamación y toda una cascada de reacciones de nuestro cuerpo para luchar contra ellos.
Esta alteración en el ph del medio interno y la disminución de bacterias buenas, puede dar lugar al sobrecrecimiento de otras que también forman parte de nuestra microbiota, pero que al estar en desequilibrio, se comportan como patógenas.
Y aquí es donde nos puede ayudar el “Par Esencial”, con la Aromaterapia y el Par Biomagnético en sinergia; los aceites esenciales por su capacidad antimicrobiana y eubiótica, respetando el medio y los imanes ayudando a restablecer ese equilibrio tan necesario para que nuestro sistema inmunológico sea eficiente.
Los microorganismos con los que convivimos tienen un comportamiento normal, no patógeno, cuando están en el tejido adecuado para permanecer en equilibrio y simbiosis.
Con el Par Biomagnético podemos detectar cuándo este equilibrio se altera; pudiendo provocar que esas bacterias o levaduras propias de nuestro intestino, como por ejemplo Klebsiella pneumoniae; pasen a tejidos del sistema urinario o respiratorio, comportándose como patógenas y produciendo infecciones urinarias, neumonías o incluso infecciones generalizadas o sepsis.
Al detectar y corregir los pares relacionados a esta bacteria y sus posibles asociaciones a otros microorganismos; conseguiremos equilibrar el ph del tejido para que la bacteria no pueda seguir desarrollándose. Así facilitamos que nuestro sistema inmunológico pueda luchar eficientemente contra ella y eliminarla de los tejidos afectados.
Éste es un claro ejemplo para ver cómo el Par Biomagnético y la Aromaterapia, trabajan de forma sinérgica y siempre a favor del cuerpo y su recuperación.
Mi consejo es que siempre es mejor prevenir que curar y para ello, sería bueno empezar por lo más pequeño aunque no menos importante: nuestra microbiota.
Pilar González
Profesora de ParEsencial en Amaris Natural